jueves, 17 de enero de 2008

La Casa Amarilla (Arlés 1888)

Cuando Vincent pintó La Casa Amarilla la describió así en una carta a su hermano Théo:

"Mi casa aquí está pintada por fuera de un amarillo manteca y las contraventanas son de un verde fuerte. Está situada a pleno sol, en una plaza dónde también hay un gran parque verde con plátanos, adelfas y acacias. Por dentro todas las paredes están blanqueadas y el suelo es de baldosas rojas. Por encima, el cielo de un azul intenso. En esta casa puedo verdaderamente vivir, respirar, reflexionar y pintar."

Durante el verano de 1888 Vincent salió constantemente a pintar por el campo. Le gustaba mucho pasear, respirar la brisa, oler las flores, dormir en el campo, ver los colores tan variados que se asomaban ante sus ojos. La naturaleza es un tema muy presente en la pintura de Van Gogh. Os dejo una referencia que hacía Vincent a este verano de 1888 en Arlés: "Ahora tenemos por aquí un calor espléndido, intenso y sin viento, lo que me viene muy bien. Un sol, una luz que a falta de mejor cosa no puedo llamar más que amarilla; amarillo de azufre pálido, limón pálido oro. ¡Qué hermoso es el amarillo!".

Quizás por eso ante esta buena etapa que pasó decidió darle a este lienzo ese color amarillo al que hacía referencia en sus cartas y que tanto le gustaba. Esta obra guarda un gran simbolismo, porque además de sus colores tan vivos que reflejaban la felicidad del pintor, la casa era el refugio de Vincent que tanto ansió tiempos atrás, un sitio que le inspiraba, dónde vivía en paz, dónde realizaba sus trabajos y dónde quiso formar una comunidad de artistas entre los que figuraban Paul Gauguin entre otros. Una casa que el mismo preparó con mucho esfuerzo para estos fines. En definitiva, era su ilusión, era simplemente la casa de Vincent.

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